martes, 11 de diciembre de 2007

Raine Koskimaa:buceando en el mundo de la literatura digital

Un artículo de Raine Koskimaa, El repte del cibertext: ensenyar literatura en el món digital (http://www.uoc.edu/uocpapers/4/dt/cat/koskimaa.html) publicado en marzo de 2007, suscita varias cuestiones de interés:
1. Ya lo decía McLuhan: "el medio es el mensaje". Internet y la web, y por extensión las TIC, se han convertido en un metalenguaje global. ¿De qué hablamos cuando hablamos de fomentar la lectura a través de las TIC? Por supuesto que hablamos de éstas más que de lectura. Las TIC se han convertido en una especie de comodín que sirve para actualizarlo todo, para relanzarlo al espacio de la actualidad, para ponerlo de moda de nuevo.
2. Se están escribiendo nuevas obras literarias según los parámetros clásicos, para ser leídas en nuevos contextos. Aunque queramos demostrar nuestro dominio de los nuevos medios, no podemos evitar trasladar los viejos esquemas, generando una serie de productos que vasculan entre el pasado-presente y el futuro.
3. Prueba de ello es también la traslación de viejos géneros a los nuevos medios, como la novela epistolar tradicional, o el diálogo.
4. Es interesante la reflexión de Adelaide Morris: "lo que hacemos y vemos no se corresponde con las convenciones inscriptivas o figurativas con las cuales pensamos". Es decir, vivimos en un mundo de digitalización creciente pero nuestras estructuras mentales, nuestra forma de captar el mundo, pertenecen a la era predigital. No estoy muy seguro de si la capacidad de comprensión lectora es la misma cuando el soporte es físico (papel, en general), y cuando es digital (pantallas, básicamente). A mí me entra una sensación de prisa, de atontamiento cuando leo en pantalla, la necesidad imperiosa de apresurarme ya que hay cientos y miles de documentos e informaciones esperando en otro rincón a mi alcance. Estamos abriendo los límites de las capacidades del ser humano (en este caso, de nuestro limitado universo legible: la biblioteca personal o familiar, lo que puedo conseguir en una biblioteca pública, lo que puedo comprar o me pueden prestar) y estamos precisamente descubriendo eso: que estamos irremediable y tristemente limitados frente a la inmensidad del universo.

martes, 4 de diciembre de 2007

Colas para ver a Sorolla

En cada país o zona del mundo, tiempo o sociedad, las colas tienen un sentido propio. Hacer cola, decía un irónico humorista británico, es una de las pasiones de los ingleses. Educadamente, guardan cola en silencio para todo. Incluso si nadie más espera, son capaces de hacer cola de uno civilizadamente, sin moverse del sitio, para no perder el turno. Hay que admitir que a los españoles estas colas nos van poco. Hace unas semanas llegué a una parada de autobús y comprobé con cierta sorpresa que las personas que esperaban se daban el turno. Uno llegaba, preguntaba quién era el último, y buscaba su hueco en la amplia acera, marcando las distancias con el resto, pero... sin ponerse a la cola. Es lo que tenemos.
A veces nos ponemos en una cola por curiosidad, porque entendemos que hay algo interesante reservado a los que aguardan, o porque dan algo gratis. Y eso siempre vale la pena, sea lo que sea. O como decía "El Brujo", gran actor, cuando 200 personas miran a un punto fijo a la vez es porque allí hay una estrella. Es decir, algo que merece la pena.
En las últimas semanas, Valencia ha visto crecer una cola en el corazón de la ciudad. Ya se la esperaban, no ha sido una sorpresa. Por ese motivo, todo estaba perfectamente organizado: reservas previas, una especie de carpa para proteger de las inclemencias (leves) del otoño valenciano, música clásica para amenizar la espera, y lo más jugoso: un marcador a la puerta del recinto que indica en tiempo real el número de visitantes. A los españoles nos da bastante morbo participar en estas tareas colectivas, sentir que eso que tú haces ahora lo han hecho ya varios cientos o miles de seres, que no estamos solos, que no se nos puede tildar de raros. Yo mismo pude comprobar que fui el visitante número 65.404 de la exposición estrella del momento: Sorolla. Visiones de España. A la catarsis colectiva se sumaba otra de las pasiones de valencianos y valencianas, tan amantes como somos de vivir la noche y la calle: el Centre Cultural Bancaixa, que organiza la excelente exposición, abre sus puertas las noches de viernes y sábados, para disfrute de todo tipo de público. Dos ingredientes, la cola y la noche, unidas a la calidad del material expuesto y a la buena organización, hacen de este uno de los grandes acontecimientos culturales de la temporada.
Lamentablemente, otros espacios expositivos de la ciudad, como el IVAM o el Pío V, abiertos todo el año, con buena o excelente obra, pero sin colas, aguardan con sus salas semivacías. En el arte, como en todo en estos tiempos de mercantilización de la cultura, los números cantan, igual que el share de un programa de televisión, o la repercusión mediática de una noticia.
Con cola o sin cola, por otra parte, vale la pena visitar la exposición. Para disfrutar de la misma... y contarlo luego a amigos, colegas y vecinos.