miércoles, 28 de noviembre de 2007

Tres de teatro

Recientemente, he visto varias obras de teatro a cargo de compañías de aficionados, de una calidad considerable, que paso a comentaros brevemente. Ir al teatro es una excelente ocasión de disfrutar de esas palabras que no sólo fueron escritas para ser leídas, sino sobre todo, para ser dichas en voz alta y escuchadas. Tres representaciones me han estimulado a acercarme a los textos originales, a saborearlos en la soledad. Ahí van:
Ifigenia en Áulide, de Eurípides. Como tantos clásicos que afortunadamente nos han llegado en forma escrita, se trata de un texto interesantísimo, bello y estimulante. En nuestros días entendemos bastante mal la postura de Ifigenia, capaz de ofrecerse a un sacrificio para salvar su patria. Ahora sigue habiendo salvapatrias, pero estoy seguro de que ninguno/a acabaría dando su vida conscientemente. La obra habla de lo humano y de lo divino, del destino y de la desgracia, de las grandes decisiones que nos es dado a los humanos tomar a lo largo de nuestras vidas. Una referencia fundamental a esta obra aparece en el texto teatral E.R. de Benet i Jornet, que dirigió en cine Ventura Pons, con algunas "lobas" de nuestra escena, Rosa Mª Sardà y Núria Espert, encabezando el reparto. La obra va de eso, de lobas que se devoran entre sí por estar en el centro del escenario.
Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen. Aunque tiene unos 100 años de antigüedad, parece escrita hoy mismo. El interés personal (principalmente económico) frente al interés colectivo en un texto vivísimo, bien escrito, con una progresión dramática propia de un gran escritor. Se podría ambientar en cualquier lugar, en el presente. Es como si Ibsen hubiese sacado el argumento de un periódico de la semana pasada, o de un noticiario de televisión. Un texto imprescindible.
La posadera, de Carlo Goldoni. Comedia del arte para burgueses, algo apartada de los cánones más populares, Goldoni nos ha hecho llegar el género hasta nuestros días, y permanece dentro de casi todos los cánones académicos. Me resulta un poco demasiado depurado en relación al teatro popular de sus días, pero nos acerca al mismo.

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