sábado, 15 de enero de 2011

El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa


Título: El sueño del celta
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial y año de publicación: Alfaguara, 2010


Cogí este libro con ilusión. Lo saqué de una biblioteca, aunque no soy persona de sacar libros prestados, ya que me da la impresión de que me tengo que dar prisa en leerlo, que puede haber gente esperando que se verá perjudicada por mi demora. Y ésto casi siempre condiciona la lectura. También es un poco lo que me ha pasado en esta ocasión.

El libro está muy muy bien escrito. Con una excelente documentación, con un tema y un personaje principal interesantes, con compromiso ético. Narra las peripecias de Roger Casement, irlandés que asumió el compromiso ético de denunciar los abusos que se estaban cometiendo contra la población nativa del Congo y la Amazonía a principios del siglo XX, en pleno furor occidental por enriquecerse con la explotación salvaje de productos como el caucho. La valentía de Casement le costó finalmente la vida, ejecutado y derrotado por un sistema político vendido a los intereses comerciales y estratégicos.

Es una novela conmovedora, muy bien escrita como ya he dicho, con un personaje poliédrico y complejo, que va evolucionando a lo largo de la narración hasta adquirir un compromiso pleno con las poblaciones que estaban siendo cruelmente explotadas y torturadas, posicionado contra la codicia y la avaricia humanas. Un compromiso que también contrae con su tierra natal, Irlanda, y con la causa separatista. Una gran novela, comprometida y necesaria. Bastante insólita en un panorama de tochos fáciles y novelillas para leer y olvidar.

Otra cosa es mi aventura personal de lectura. Inmerso en unas semanas complicadas en el terreno laboral, disponía de poco tiempo para la lectura. La profundidad y riqueza de la prosa de Vargas Llosa hacía que avanzase con lentitud, hasta me parecía que a veces era como si ya lo hubiese leído, con la sensación de que ya había dejado claro lo que de nuevo se pretendía explicar o ilustrar. Hasta que hace unos días tomé una decisión. Comencé a leer por encima, saltando páginas, hasta las últimas, que ya leí con detenimiento, consciente de que tenía que terminar el proceso de lectura. Así me reconcilié plenamente con la novela, la dejé en mi memoria como una obra interesante y devolví el ejemplar para que otra persona lo disfrute.

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